"¿Cuántas veces le diré a usted que no necesito nada, absolutamente nada; que nunca podré retribuirle las amabilidades que usted me prodiga? ¿Y por qué me ha enviado estas flores?... ¡Qué flores tan bellas! De color carmesí, en pequeñas cruces. ¿Dónde consiguió un geranio tan hermoso?”
Esto lo dice Várvara, la coprotagonista de Pobre Gente. Devushkin se desvive por ella; se arruina, literalmente y todo por un amor que jamás será correspondido. Nunca le dice “te amo”, pero la ama. Nosotros lo sabemos y ella lo sabe pero Devushkin preferiría morir antes que admitirlo. Uno de los ejercicios más “impresionantes” de Dostoievski en esta epistolar es la aparente facilidad con que logra transmitir y desvelar los sentimientos de estos dos personajes que sin llegar nunca a decir muchas cosas se hacen entender perfectamente llegando a importar mucho más lo que no se dice que lo que sí.
En esta segunda y última parte de la reseña quisiera detenerme en los personajes, poner un foco sobre ellos y tratar de evidenciar qué fue eso que los hizo en su momento tan especiales, cuáles fueron sus antecedentes pero por encima de todo quisiera descubrir si es verdad que Dostoievski quiso en esta novela desmarcarse de Gogol a pesar de la manifiesta admiración que sentía por su obra.
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Devushkin es en apariencia un tipo sencillo, bastante vulgar, bastante ignorante; un pobre infeliz que, tal como comentaba antes, aunque vive con el convencimiento que su amor no será correspondido se conforma con esos pequeños instantes de felicidad que son las cartas de su amada y las breves visitas que le hace muy de vez en cuando por aquello de evitar el qué dirán. En el camino asistimos a su lucha por conservar la dignidad y ese sueño inconfeso de rebelarse contra todo y contra todos para proteger su amor. Várvara en cambio es mucho menos complicada. Es una niña grande que se debate entre el sentimiento de culpa por arruinar la vida de un hombre al que no puede amar y la felicidad de ser el objeto de los presentes que éste le hace.
Insertadas en la historias de estos dos personajes están las de otras pobres gentes, todos ellos bastantes miserables que viven y sufren (sobre todo esto) en la misma pensión. Sobre todos destaca una familia que vive arrendada en una pequeña habitación y a quienes a pesar de tener hijos jamás se les escucha quejarse, pero tampoco reír. Esto nos permite situar a Devushkin en un punto intermedio entre el típico personaje gogoliano –a su manera cómicamente grotesco (luego ampliaremos esto)- y otros, como la mencionada familia, de un patetismo insalvable. Lo que quiero decir con esto es que efectivamente hay un “desmarque” respecto a los típicos personajes de Gogol. En un momento determinado Devushkin le dice a Várvara: “El hombre pobre es exigente; tiene una visión diferente del mundo de Dios, y observa con recelo a todo el que pasa por su lado y le dirige una mirada inquieta; se fija en cada palabra, preguntándose si acaso la gente no estará hablando de él, si no estarán diciendo que es feo, especulando qué estarán diciendo exactamente […]”. Para Joseph Frank está muy claro: “Esta "diferente visión del mundo de Dios", el mundo visto más desde abajo que desde arriba, constituye la principal innovación de Dostoievski frente a Gógol, cuya compasión por sus humildes protagonistas nunca es lo suficientemente fuerte para superar la condescendencia implícita en su enfoque narrativo.”
Quizá fuese esta la razón por la que Belinski veía en Dostoivski la imagen que tradicionalmente se tiene de él: “Era el poeta de los insultados y vejados; de los humillados y oprimidos; el compasivo cronista de la vida de "la pobre gente" de San Petersburgo, triturada por la miseria y por el peso demoledor de un orden social inhumano.” No es cierto. Pobre Gente es mucho más que eso, pero para entenderlo quizá sea necesario tratar de analizarla en relación con la tradición literaria rusa algo que Dostoievski nos ofrece en bandeja en la propia novela.
DOS CUENTOS
En “Pobre Gente” se habla de literatura y se habla de literatos pero ni uno ni otro sale demasiado bien parado. En la pensión en la vive Devushkin vive también un supuesto gran escritor (así se considera a sí mismo y así lo considera también, en su infinita ignorancia, nuestro protagonista) que en realidad no es más que un pobre diablo que escribe como ya no se escribía en Rusia: "Vladimir temblaba, y su pasión se agitaba furiosamente dentro de él, y su sangre hervía... '¡Amo con éxtasis, con furia, enloquecidamente!' [gritó]... 'Un obstáculo trivial [el marido] no puede contener el destructor fuego infernal que atormenta mi pecho exhausto...". Este estilo tan alambicado le sirve a Dostoievski para parodiar las novelas románticas de la alta sociedad que escribía Marlinski así como para burlarse de los imitadores baratos de Walter Scott pero sobre todo para establecer el nivel cultural del protagonista (y ya puestos para burlarse un poco de sus contemporáneos).
Sí, en Pobre Gente se habla de literatura. Los protagonistas intercambian en varias ocasiones libros que de un modo u otro les han impresionado (entendiendo esto como afectarles o simplemente llamarles la atención). Devushkin, tal como acabamos de ver, demuestra cierta ignorancia (cuando afirma que apenas ha leído tres libros) así como carecer de criterio al declararse admirador de los textos que escribe el personaje mencionado en el párrafo anterior, mientras que Várvara, quizá por ser más joven, apuesta por lecturas más “modernas”. De estos intercambios “bibliotecarios” surgen algunos pasajes muy interesantes que ayudan a entender la ideología a la que se adscriben los personajes y por extensión el propio autor. Es decir, que Dostoievski no contento con revolucionar el género epistolar decide apostar también por lo novedoso que supone incluir la literatura en la propia obra como una herramienta enriquecedora motivo por el cual sería (es) necesario conocer el argumento y la importancia de las obras referenciadas para saber hasta qué punto nos está hablando a través de ellas.
Dos de los libros que Várvara presta a Devushkin -y sobre los cuales éste hace una interesante crítica- son “El jefe de posta” de Alexander Pushkin y “El capote” de Nikolai Gogol. Cuando yo decía más arriba que para entender realmente la importancia de Pobre Gente había que tratar de analizarla en relación con la tradición rusa me refería precisamente a esto.
“El Jefe de Posta” de Pushkin (1)
“El capote” de Gogol (2)
Citando a Nórdica libros: “El capote, escrito por Nikolái Gógol entre los años 1839 y 1841, y publicado en 1842, nos presenta a uno de los más conmovedores personajes de la Literatura: Akaki Akákievich Bashmachkin, un funcionario de la escala más baja de la administración civil, que se ve ultrajado por las injusticias sociales y la indiferencia egoísta de los fuertes y ricos, y cuyo destino es el de ser un «hombre insignificante». Akaki, para protegerse del gélido invierno de San Petersburgo, necesita un capote nuevo, pero cuando por fin lo consigue seguirá notando frío, el frío gélido que habita en los corazones de las personas que le rodean.”
Devushkin llora amargamente ante el relato de Puskin (3), con el que se siente identificado probablemente porque sospecha su triste futuro con (sin) Várvara.: "Sí; es natural..” –le dice a ella- “¡Es algo vivo! Me he visto en él a mí mismo, se refiere a mí". Lo más importante a tener en cuenta es la forma que tiene Pushkin de acercarse al personaje de Samson Virin: lo hace con compasión por su sufrimiento, sin utilizar en ningún momento el tono de burla con que Gogol dibujaba habitualmente al chinovnik, que es como se conocía al escribiente burocrático de San Petersburgo.
La interpretación que Devuskin hace del texto de Gogol es en cambio muy diferente a la anterior (4) ya que deriva de la costumbre que existía en primera mitad del siglo de tratar al mencionado funcionario como material satírico para facilitar la anécdota burlesca. Gogol se dirige al lector tal como lo haría un amigo a otro, desde una perspectiva muy superior a la del protagonista del cuento (por más que trate de arreglarlo -tarde y mal- con la inclusión en la historia de un joven compasivo, empleado en la misma oficina, que considera a Devuskin un “hermano”.)
Obviamente Dostoievski era seguidor de ambos pero más especialmente, por la temática, de Gogol, hasta el punto de que parece ser que sus contemporáneos lo consideraban un “continuador” de su obra. El desmarque de Dostoievski respecto a ellos se produce al elegir a un desastroso chinovnik como protagonista de una epistolar sentimental logrando una perfecta integración entre el tema “filantrópico” y la forma. Joseph Frank considera que Devushkin hubiese preferido, en el cuento de Gogol, un relato sentimental con moraleja (edificante) final y aunque Dostoievski no se adapta a la “exigencia” sí es verdad que en cierto modo se mueve en la dirección que desea su personaje. “[Dostoievski] conserva el "naturalismo" del detalle, y el decor (la escenografía) asociados con la tradición cómica de la descripción del chinovnik, pero lo une al tono lacrimoso del sentimentalismo ruso que se remonta a Karamzin; y esta fusión creó una corriente artística original dentro de la escuela naturalista.”
EN RESUMEN...
En resumen -y dejando muchas cosas en el tintero- creo que a estas alturas es más que evidente mi opinión sobre Pobre Gente. Considero que es mucho más que la simple epistolar de amores imposibles que pueda parecer a primera vista (sin dejar de serlo, por otro lado) pero lo que quiero destacar por encima de todo es que no se trata de un relato de los bajos fondos petersburgueses nacidos de la experiencia personal del escritor (algo siempre tan de moda). Espero haber logrado acercarles a los engranajes de esta pequeña novela y haber transmitido adecuadamente las razones por las que creo (y no soy el único) que Pobre Gente es en realidad un pequeña obra maestra que ha sido elaborada con un cuidado extremo. Cuando muchas veces sentimos (me incluyo) la tentación de comprender (entendiendo esto como disculpar) las limitaciones propias de las primeras novelas de según qué escritores convendría echar la vista atrás y recordar estas otras y pensar que si unos pudieron los otros también deberían. O no. Puede que no. Seguramente no.
(1) Deduzco que este cuento se puede encontrar en la edición de “Historias de Belkin” bajo el nombre de “La parada de Postas” editado por Nevsky Prospects (de ahí la elección de la portada). Me consta que también está disponible en “Narraciones Completas de Pushkin” editado por Alba aunque la versión que yo leí la bajé directamente de internet y está traducida por José Laín Entralgo.
(2) La portada corresponde a la edición que Nórdica Libros publicó en 2008, traducida por Victor Gallego e Ilustrada por Noemí Villamuza aunque es fácil encontrar el cuento por internet.
(3) Ver CITA COMPLETA (Se me ha ocurrido que puede ser buena idea acompañar la información de las reseñas con algunas citas, más completas de lo habitual, del asunto al que hago referencia. Para evitar obligarles a una lectura prescindible (sí, acaso, conveniente) he creado un blog cuya función será específicamente la de servir de contenedor de esa información motivo por el cual no aceptará comentarios y carecerá de cualquier otro acompañamiento (gadget) habitual de los blogs. Siguiendo el enlace que da comienzo a este párrafo llegarán a él. Espero que les resulte a ustedes tan interesante como útil me lo parece a mí.)
(4) Ver CITA COMPLETA