lunes, 19 de marzo de 2012

“El Padre Muerto” de Donald Barthelme

"Un escritor es alguien que puede hacer un enigma
a partir de una respuesta." 
Donald Barthelme citando a Karl Kraus 

A Donald Barthelme, quienes lo conocen, lo comparan con Barth, Pynchon, Gaddis, Vonneguth, a ratos Kafka y especialmente Beckett. "Su obra" –dice la editorial- "ha sido a menudo identificada como una vertiente renovadora del surrealismo y del dadaísmo y asociada con el movimiento de autores posmodernos de la talla de" algunos de los recién mencionados. En cambio si le preguntásemos a él (previa resurrección o rescate de alguna vieja entrevista) cuáles son sus referentes nos diría sin dudarlo que, aunque está orgulloso de ser incluido en ese grupo con el que, obviamente, se identifica, confiesa su querencia por Perelman y Hemmingway, Kierkegaard y Sabatini, Kafka y Kleist, Rabelais y Grey Zane (el emparejamiento es suyo). También el Dostoievski de "Memorias del Subsuelo"; una docena de ingleses; los surrealistas (pintores y poetas) y en cine, Buñuel. Ahora quiero que cierren los ojos y se imaginen la clase de novelas que debe escribir semejante personaje. Pues en esas estamos. 

La novela cuenta la historia del viaje de un hijo que conduce a su padre a la tumba. Le acompaña su mujer, el imbécil de su hermano, diecinueve hombres y otra joven llamada Emma. Los hombres son necesarios para tirar del cable de acero que arrastra la plataforma sobre la que “descansa” el Padre Muerto ya que el traslado ha de hacerse a pie, no en tractor ni tirado por bueyes. Diecinueve hombre son muchos hombres únicamente si no tenemos en cuenta que la longitud del padre es de 3200 brazas (unos 6000 metros al cambio). Traten de no imaginar el despropósito sugerido y recuerden que hablamos de surrealismo. Se lo traduzco: en el momento en que se imaginen el cadáver gigantesco de un vejestorio arrastrado por unos tipos vestidos con traje y corbata y dirigidos por una suerte de Peter Pan con espada y lo ambienten en alguna época retoma, Barthelme le dará la vuelta y verán que el padre, orgulloso propietario de una inmensa pierna ortopédica que oculta una magnífica maquinaria quien sabe si en parte administrativa, escapa corriendo. Verán que: el Padre Muerto habla, grita, corre, asesina sinfónicas y se baña en sangre de inocentes. El Padre Muerto es en realidad un hijo de puta que no acaba de estar del todo muerto ni del todo vivo. De hecho cree, en todo momento, que este es un viaje para recuperar su juventud perdida y volver a las andadas con más fuerza que nunca. 

Este es, tomado con pinzas, algo que quisiera ser un argumento. El libro es breve pero de algún modo Barthelme se las arregla para hacer del viaje una pequeña gran odisea en la que los protagonistas absolutos son los padres y por extensión los hijos y la lectura es una suerte de ejercicio mental que consiste en retorcer una idea, trocearla y volver a fundirla sin que llegue a perder completamente el sentido, lo cual, créanme, es todo un logro a la vez que un placer. (Esto incluye las tres largas conversaciones que mantienen las dos mujeres del grupo -que son de cortarse las venas- y de las que, a pesar del esfuerzo, no he sacado mucho en claro ni espero hacerlo en los próximos cincuenta años.)  

Ya que me lo preguntan les diré que sí, tengo una teoría para, si no todo, al menos parte de la obra. Se me ocurrió la misma noche en que lo terminé, mientras mataba un tiempo muerto leyendo a Vila-Matas (algún día les contaré la historia de cómo esto me dio la clave para entenderlo –o creer entenderlo-). Quiero pensar que este viaje, que ha sido acusado de sátira picaresca de la paternidad o de alegoría posmoderna de una titubeante ley patriarcal, es (en parte) el “viaje” interior de un hijo desde el momento exacto de la muerte física del padre al entierro, figurado, de su influencia como tal. Esto no justifica ni una cuarta parte de la novela pero ayuda y en cierto modo, consuela. Desde luego lo único que queda claro es que trata las relaciones entre padres e hijos: hijos que no pueden ser padres, padres que nunca han sido hijos, padres sin padres,… bueno, es algo complicado, pero les garantizo que también muy divertido… Y es que el humor, un tanto "peculiar", sostiene en gran medida el peso de la novela: “[…] no ofrezco suficiente emoción. Esa es una de las razones por las que la gente viene a la ficción, y no se equivocan. Me refiero a la emoción de la mejor clase, difícil de conseguir. Además, no puedo resistirme a hacer bromas…” (la traducción es casera). Barthelme sabe que sus chistes cortocircuitan la emoción pero por otro lado no cabe imaginar una lectura como esta sin esos pequeños salvavidas. 

Me dejo mucho en el tintero. Me dejo, por ejemplo, lo mejor: las veintitantas aproximaciones a la paternidad que se relatan en la historia que ocupa el centro de la novela (el plato fuerte) en el llamado “Manual para hijos”, que contiene alguna de las mejores descripciones que se han hecho nunca de los diferentes tipos de padre que existen y que vienen a confirmar la teoría de que no hay padre bueno. 

Los padres son como bloques de mármol, cubos gigantes bien pulidos, con venas y costuras, plantados en el camino. Obstruyendo el paso. No se pueden escalar, ni se pueden sobrepasar de costadillo, ni relegar al pasado. Los padres son “el pasado”, y muy probablemente sean el propio acto de relegar, si es que por relegar se entiende la maniobra que uno hace para salir indemne sin ser visto. Si intentas rodearlos o sobrepasarlos de costadillo verás que otro bloque de mármol (guiñando un ojo al primero) aparece misteriosamente para cerrarte el paso. O puede que sea el mismo, que se ha movido a la velocidad de la paternidad. 

Resumiendo (para los lectores amantes de últimos párrafos) esta reseña imposible (lean la novela y entenderán por qué) sepan que "El Padre Muerto" es una novela más que interesante. Divertida, extraña, diferente, absolutamente genial, delirante. Inolvidable.



El Padre Muerto” de Donald Barthelme; Traducción de Catalina Martínez Muñoz; 2009; 192 págs; ISBN: 978-84-96867-54-3; Editorial Sexto Piso. Nota: Libro de cortesía editorial elegido, con muy buen criterio, por un servidor.

18 comentarios:

  1. Hasta ahora, sus reseñas solían darme ganas de leer. En este caso tambien me dan ganas de releer. Cuando tenga un rato libre y acabe con Gaddis (en realidad, no quiero que se acabe nunca) a lo mejor me da, al menos, por ponerme con el libro de cuentos que tengo de Barthelme. Usted me tienta a volver sobre "El padre muerto", pero todavía no, no precipitemos relecturas. Tengo en los anaqueles un montón de cosas esperando. Tiempo al tiempo.

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    1. Daniel, tenemos que mirar de volver a coincidir. Piénselo. Podría ser con un Gaddis, con "Su pasatiempo favorito" y así se reconcilia usted con las bibliotecas.

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  2. Interesantísima entrada sobre un autor al que apenas se conoce. Yo leí hace muy poco una de sus novelas, El Rey, con Arturo, Ginebra y Lancelot enfrentándose a los nazis, y me quedé algo confuso sobre lo que acababa de leer, pero también con esa agradable sensación de haber leído algo genial que exige a gritos una relectura.
    Un saludo y enhorabuena por el blog.

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    1. Gracias, niño, por el cumplido. Quería que EL REY fuese mi siguiente lectura pero lo tengo que pedir al extranjero. En cualquier caso será pronto.

      Un saludo,

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    1. Es un placer, Asth. Suerte con esas letras. Tómatelo con calma.

      Un saludo,

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  4. Cortita pero matona. No sabes si te está tomando el pelo o si es la historia más compleja jamás contada. Se entiende mejor teniendo en mente algunas ideas de Anxiety of influence de Bloom pero yo creo que ni con esas.

    Excelente reseña.

    Saludos.

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    1. Gracias Vincent. Sí, es mortal, pero engancha cosa fina. Yo tampoco creo que llegue a entenderla del todo nunca, pero me gusta eso de ir montando el puzle. O intentarlo, vaya.

      Un saludo,

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  5. Con quién se queda, señor Tongoy, con Gaddis o con Barthelme?

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    1. Con Gaddis. Pero también es verdad que lleva ventaja: 2 vs 1. Habrá que igualar el marcador.

      Un saludo,

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  6. Tongui, tusmuertos, salías más barato cuando reseñabas mierda nacional. Así no hay quien te siga el ritmo.

    Asht, bienvenido a casa Tongui. Yo también empecé como tú y ahora soy un genio a punto de terminar su primera (y última) novela. Ya verás que esto de la genialidad no es tan difícil cuando lo llevas en la sangre. Cuando no, chungo.

    Suerte y acordaos todos de ir follando, que se os olvida.

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    2. En realidad, Quique, todos estos libros son una mierda. Los reseño bien para tocarte los huevos y que te gastes la pasta. Y un poco también para ver si te saco de tanto follar.

      (Asht, a Quique no le cuesta nada escribir su libro. Los genios es lo que tienen, esa facilidad para todo.)

      Besos,

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  7. Estimado señor Enrique:
    Estoy por apostar que Tongui se muere de ganas de reseñar mierda nacional, por aquello de superarse a si mismo y a sus 600 y pico comentarios. ¡¡Ay, la fama, la fama!! Sin embargo, por alguna razón que desconozco, y muy en contra de los antecentes familiares, se ha empeñado en convertirse en sibarita (Carlos, querido, recuerda reconvertirte en normal la próxima semana cuando nos reunamos a comer o tendremos que matarte entre todos).
    Con respecto a su novela, ansiosos nos habemos, no se demore.
    Y no se preocupe, lo que se aprende de joven es difícil de olvidar.

    Un saludo, caballero.
    Marieta

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    1. No te creas, no te creas. Acabé bastante harto. No descarto en el futuro volver a intentarlo pero ya dije que este año me lo tomaría de "vacaciones". Con esto lo que quiero decir es que trataré de ir sobre seguro. Otro cantar ya es que me pueda la curiosidad "en según cuándo y con quién" pero vaya, trataremos de evitarlo en la medida de lo posible.

      Tú vete ahorrando también, por si las moscas.

      Bye

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  8. Hostias, Tongo.
    Otra de Sexto Piso!
    Te han tenido que quitar unos 200 pavos este mes de la nómina, para la editorial.
    A menos que te traiga los libros la famosa Biblioteca Municipal esa tuya...jajaja

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    1. Tenemos que aprender a leer, anómino, que luego pasa lo que pasa. ;)

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  9. La imagen del padre ¡caray! Este libro sin duda será el próximo que leeré de Barthelme(aunque hasta eso, no hay mucho de dónde escoger porque es prácticamente imposible encontrar su obra, al menos en México).

    Barthelme se me hace un escritor increíble. Tiene frases impresionantes(gracias a su ingenio admirable) en cada uno de sus cuentos. Lo considero de los mejores escritores que sabían enganchar desde las primeras frases.

    Te invito a mi blog, en donde doy opiniones sobre los libros que voy leyendo.

    http://oorales.blogspot.mx/

    También se habla sobre cómics, televisión y fútbol.

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