domingo, 20 de julio de 2014

“Solaris” de Stanislaw Lem

Voy fatal de tiempo de modo que, con su permiso, voy a saltarme la parte de las adaptaciones cinematográficas (básicamente porque sólo he visto una (la de Soderberg) que era bastante… si no mala, aburrida, que no sé qué es peor, si acaso no son la misma cosa) y a ir directamente a lo que viene siendo la historia.

Solaris va de marcianitos sin forma humanoide, que es algo que siempre queda muy intelectual. Trata fundamentalmente del “contacto”, aunque en esta ocasión tiene muy poco que ver con la cuestión sexual. Solaris es otro planeta que está a tomar por culo de la tierra y sobre el que se han vertido ríos de tinta. Estaba el Solarismo, que era una ciencia que trataba de entender ese lugar y que fracasó estrepitosamente al no llegar a ninguna conclusión válida. Entender otra forma de vida, vaya cosa, si todavía no hemos logrado entender el nuestro.

El caso es que en Solaris, planeta fundamentalmente de mar protoplasmáticamente salado, hay una nave espacial terrestre en plan observación con tres tripulantes a cual más loco. Cuando el que estaba peor se suicida y ya sólo quedan dos, llega el tercero, un psicólogo con querencia a la incredulidad que se da de bruces con la cruda realidad de lo inexplicable. Nada más llegar, minuto arriba minuto abajo, se le aparece su mujer, una exitosa suicida, que no sabe cómo ha salido de la tumba y llegado allá tan rápido y ya no se quiere separar de él, que no lo quería tanto ni en de novios. Y a partir de aquí, si quieren ustedes saber lo que pasa, se leen el libro, que para eso está.

Solaris funciona por la sencilla razón de que mezcla, en las debidas proporciones, un poco de ciencia ficción con un poquito de misterio y un poquito de terror. Como Alien, el octavo pasajero, pero sin baba y sin bichos. Si lo piensas parece pensada para que el director del Sexto Sentido repita la experiencia de agitar las olas como en no recuerdo qué película agitaba las espigas esperando sólo con esto dar miedo. Pena de carrera, por cierto. El caso es que Lem hace que funcione, seguramente porque el tema no es el miedo, sino la incomunicación, que es todo un tema, especialmente ahora, en la era de redes sociales y que está presente en todo momento, mucho más que la propia nave espacial o los disparos de protones o para lo que sea que sirva tanta maquinaria moderna. Tal como ocurría con “Picnic Extraterrestre”, no hay mejor historia que la historia más simple, y las historias de fantasmas, clásicos dónde los haya, son siempre una buena elección siempre y cuando se trate con el respeto que merece. Si algún día escribo mis memorias, también las protagonizará un fantasma. 

Este aterrador viaje (lo siento, yo, de todo, me quedo con el miedo de ver a tu mujer dejándose las uñas para arrancar la puerta del baño sólo para estar contigo un ratito más, amor, a tu ladito, de tu manita) y con la intención de hacerlo todo un poquito más creíble, se acompaña de detalladas descripciones del planeta o lo que es lo mismo y tratándose de un planeta líquido, las manías de las olas y las mareas, que son un no parar de hacer dibujitos.

En definitiva, una acertada revisitación del mito de la terrorífica luna de miel en parajes paradisíacos o la incapacidad de quedarse a solas cinco putos minutos ni marchándose a trabajar a veinte años luz de casa.

Fantástica.

13 comentarios:

  1. Creo que su crítica, leída por alguien que no haya leído la novela, puede conducir a una impresión errónea sobre la misma o a una falsa expectativa: se puede pensar que estamos ante una "ghost story" en el espacio o algo así. Solaris no es una novela de fantasmas, ni te terror (bueno, dependiendo, claro, de lo que se entienda por terror, terror quizás ante lo que no se puede comprender ni ofrece el menor atisbo de sentido). Los límites al conocimiento, la imposibilidad de comunicación con el "otro", crítica al antropocentrismo, todo eso está en la novela (como en buena parte de la obra de Lem, por otro lado).

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  2. Coincido con el comentario anterior. La reseña de este libro, tarea nada fácil por cierto, creo que no es acertada y puede alejar a más de un lector del mismo, lo cual es una pena. La idea que nos plantea Lem está más relacionada con los recuerdos y los conflictos que tenemos con ellos que con fantasmas y aliens. Al aislamiento al que se somete al personaje, en un mundo misterioso, hostil y completamente desconocido hacen el resto. Es un libro más filosófico que de aliens, como todos los de Lem, pero se hace muy ameno para cualquiera, sea aficionado a la ciencia ficción o no.

    N.B. Siempre he pensado que Solaris es una representación de nuestra mente y los personajes (vivos o no) nuestros recuerdos y los conflictos que nos generan.

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    1. La reseña está escrita en clave de humor y yo creo que se nota. Me jode tener que explicar los chistes. El que se aleje de la novela por esta reseña ya tiene dos problemas. En todo lo demás estamos completamente de acuerdo.

      Un cordial saludo.

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  3. Soy el anónimo de las 9.56. La novela hay que entenderla en el contexto de la ciencia ficción de la época, con la que Lem siempre fue muy crítico: salvo excepciones, básicamente escenarios de space opera en los que los “hombrecillos verdes” tenían comportamientos perfectamente extrapolables al humano y de los que se esperaban reacciones y comportamientos familiares a todos nosotros (planteamiento replicado en la mayor parte de las aproximaciones cinematográficas al género: star wars, sin ir más lejos).

    En Solaris y en algunas otras de sus obras (la también muy notable “Fiasco”, “El Invencible”, “Eden”), Lem nos viene a decir: eh! Nos creemos el centro del universo pero no tenemos ni idea de lo que hay ahí fuera. Si encontramos algo puede que sea tan distinto a lo que conocemos que ni siquiera alcancemos a saber si realmente es “algo”, si se puede considerar vivo, en el sentido en el que entendemos vida. No digamos ya el hecho de intentar una mínima comunicación con ese algo.

    Solaris emite “fantasmas”, que efectivamente generan conflictos en los personajes, y crea incomprensibles y maravillosas estructuras en su superficie sobre los que humanos postulan teorías peregrinas y escriben sesudos tratados, sobre los que Lem se deleita incluyendo borgianas reseñas imaginarias, pero ni siquiera parecen acercarse al umbral del misterio.

    (ojo, algo de spoiler) ¿Es Solaris, el planeta, el océano o lo que sea, un dios recién nacido cuyos actos son tan inconscientes e incomprensibles que no alcanzamos ni a imaginarlos? ¿Es un ser bromista que se ríe de los pobres terrícolas desgraciados? ¿Es un artista completamente ajeno al devenir de los microbios que pululan en su superficie?

    En realidad, poco importa, ante las limitaciones de los pobres humanos que se acercan.

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    1. A mí personalmente Solaris me recordó a un niño tratando de hacerse entender. De hecho la primera versión de la reseña iba por ahí pero cambié de parecer. Sigo de vacaciones y... bueno, la ley del mínimo esfuerzo y todo eso. Y sí, todo lo que dice es cierto, qué duda cabe, pero antes que con las imágenes de los simetríadas o asimetríadas o todas aquella vainas o con la imagen de un dios menor me quedo con aquellos hombres que cogían de la mano a personajes que vivían presos del miedo. Hay muchas cosas en Solaris y, sin restarle valor a ninguna, cada uno tendrá su favorita pero lo que está claro es que será difícil encontrar a alguien que no disfrute lo indecible con esta novela.

      Gracias por pasar y por el estupendo comentario.

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    2. Antes de que me fallase la conexión y tuviese que reescribir el mensaje decía que sí, que no le falta razón pero que antes de quedarme con las imágenes de la simetríadas o demás fauna me que con la de unos hombres que, sin saber reamente porqué, daban la mano a personajes que se ocultaban y de los que no sabíamos otra cosa que padecían un miedo atroz. Cada uno sabrá qué prefiere. A mí, más que los juegos de un dios menor (Solaris me recuerda a un niño tratando de hacerse entender) me seduce el miedo que se respira en toda la novela. Miedo a lo desconocido, a la soledad, a la compañía. Sí, claro que se puede decir mucho de Solaris pero qué quiere, seguimos de vacaciones y en modo “mínimo esfuerzo ON”.
      Solaris es un novelón de diez. Parece que estamos todos de acuerdo.
      Gracias por el generoso comentario.

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  4. Tengo ganas de leer "Solaris" dsepués de haber leído "Máscara", que dicen que son relatos de calidad inferior a sus grandes obras, pero aun así - no había leído nada suyo antes- me ha parecido un autor magnífico. Los relatos son desiguales, y van mejorando paulatinamente desde el primero hasta el último, pero lo que comentan los anónimos anteriores me parece que está presente en todos ellos. También destacaría su estilo, ameno, variado, con una elegancia y una precisión envidiables. Vaya, que me ha parecido un autorazo solo con esa pequeña muestra. Y sí, la relativización del hombre respecto al universo, su falta de recursos para entender a un ser superior, sus dilemas al comprobar que puede no ser más que un instrumento, un paso intermedio, hacia otros lugares, otros entes, me parece magnífico. Y sus apreciaciones sobre la personalidad, las copias, los dobles... vaya, que es muy bueno, Lem. Leeré Solaris, que me he quedado con ganas de más.

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    1. Es bonito. Yo después de leer Solaris tengo ganas de leer Máscara aunque sí he leído algo más. Un libro de prólogos, fantástico, pero no recuerdo el nombre y me da pereza buscarlo. ¿Magnitud imaginaria? Creo que sí. PEro claro, ya sabes, tanto por leer... Ahora mismo estoy con Axiomático de Greg Egan, un libro de relatos de scifi bastante chulo. Y mira que no soy yo de relatos. Después no sé si seguir con Fredric Brown o con una recomendación del amigo Quique aquí presente: "Hombres salmonela en el planeta porno" de
      Yasutaka Tsutsui

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  5. Hola Charlie. Hola Ire. ¿Qué tal todo? A veces paso por aquí. Ya sabéis que entre follar y trabajar no me queda mucho tiempo. Vosotros no podéis decir lo mismo ¿eh? Veo que esto sigue tan profundo como siempre. Qué manía tiene la gente con trascendentizarlo todo.

    Quique

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  6. Hola Quiquiño. Ya sabes que aquí se profundiza unas veces más que otras. Yo, en verano, me quedo en la orilla, refrescando los pies. Si buceo mucho después me duelen los oídos. Siempre me alegra verte. soy un sentimental.

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  7. Se puede hacer todo, Quique, querido, se puede hacer todo. No al mismo tiempo o sí, eso ya depende.
    No sudes mucho, que hace calor. A ver si te va a sentar mal.
    Besos

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  8. Sin duda una de mis novelas favoritas y por la cual me convertí en firme admirador de Lem, a pesar de que con el tiempo le he bajando del pedestal en que le subí con Solaris. Yo solo he visto la adapación de Tarkovsky de los 1970s y no está mal, recorta bastante en cuanto a todo el sustrato filosófico anti-antropocentrista pero el resultado es bastante digno. Además tiene un aire retrofuturista muy a lo 2001: A Space Odyssey que a mi personalmente me encanta.

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