martes, 9 de mayo de 2017

“El cuento de la criada” de Margaret Atwood

Leo El cuento de la criada sin prejuicios (quién dijo misoginia), animado por la serie de televisión que recién se acaba de estrenar y con la sana, noble y gafapastuna intención de enfrentarme a su futuro visionado con la ventaja que ofrece estar por encima de todo, incluyendo el bien, el mal y aquellos que no se leerán jamás el libro. Y lo leo con la seguridad y la tranquilidad que da saber que siempre es mejor el libro que la película, etcétera, etcétera.

Pues bien, habiendo leído el librito de marras y habiendo visto nada más que el tráiler (me van a perdonar, no quería demorar más la reseña) puedo decir casi con total seguridad que creo que me la han metido doblaba. Y hasta la garganta, además. De hecho, si abro mucho la boca, pueden ver asomar la punta.

La novela está bien; bastante bien, incluso. ¿Muy bien? (sin miedo: yo llegué a decir muy buena), pues igual sí (quien dijo sentimientos encontrados). Personalmente tengo que decir que me ha gustado pese a saber que está muy o bastante lejos de la maravilla que nos habían prometido los amigos de la narrativa distópica y secuaces, amigos de los que un servidor llegó a fiarse absolutamente pese a presumir de no fiarse nunca de nadie absolutamente, motivo por el cual mi primera impresión final (aquella de la que nunca hay que hacer caso, ya saben) fue tan positiva. Y lo fue porque El cuento de la criada es una buena historia mal terminada con la que perder el tiempo sobre todo si eres mujer y tienes que dar una charla sobre feminismo o algo así. No, en serio: súper útil. Y de ahí su éxito, supongo.

La cosa va de un golpe de estado dado por integristas que bien pudieran ser católicos que, al hacerse con el poder, relegan a la mujer pasándola del segundo plano en el que está ahora a un tercero o un cuarto; un plano, para que nos entendamos, situado entre las mascotas con pelo y los palmípedos. Pues bien, en tal situación, y tirando de Manual de Distopismo, prevalece el oscurantismo, esto es, la desinformación, la manipulación de los medios, etc. La narradora y protagonista es una mujer que vive encerrada en una suerte de conventillo infame donde es sistemáticamente violada por el macho alfa o comandante del centro con la excusa de repoblar el planeta o vaina similar, que como excusa para follar no está mal pero que ya te tiene que gustar, también.

La novela es ir descubriendo todo esto al tiempo que la susodicha, algo del todo punto irreconciliable con cierta realidad que debo omitir para no destripar la historia. Vaya por delante que mi mayor pero tiene mucho que ver con un final que dinamita innecesariamente lo construido a lo largo y ancho de cuatrocientas páginas.

Por lo demás, lo que ya suponen: una no reflexión en torno al integrismo religioso y la figura de la mujer como perdedora universal en la que lo más interesante es precisamente aquello en lo que no se profundiza en absoluto, esto es, la rápida aceptación de la situación por parte de unos hombres (y no sólo ellos: «Evito mirar mi cuerpo, no tanto porque sea algo vergonzoso o impúdico, sino porque no quiero verlo. No quiero mirar algo que me determina tan absolutamente») que no parecen del todo descontentos con la idea de tener más derechos que las mujeres a las que someten dicen que obligados por las circunstancias. 

«A él no le importa, pensé. No le importa en lo más mínimo. Quizás incluso le gusta. Ya no nos pertenecemos el uno al otro. Por el contrario, yo soy suya».

La novela, a medida que avanza, se parece cada vez más a una verbalización de lo que tal vez Atwood considera la gran fantasía sexual de los penes con patas que hemos sido siempre: ese harencito privado con vistas al mar y silencio conventual, hábitos incluidos.

El resultado es una novela muy entretenida (le pese a quien le pese) en la media que tramposa donde la acción y la reflexión brillan por su ausencia pero que, poseedora de una fuerte estética más propia del formato televisivo que del formato impreso (y toda vez que, insisto, carece de la profundidad que se espera de una novela de estas características), logra hipnotizar o simplemente seducir a quienes se acercan a ella con la mejor de las intenciones y la peor de las inocencias, entre los que me incluyo.



25 comentarios:

  1. Yo la he leído recientemente por motivos similares y mi conclusión se acerca a la tuya, aunque más que "buena" diría que es "muy buena". No es una obra maestra, pero podría haberlo sido, porque el punto de partida es bueno y muy sugerente (una sociedad ultramachista que esclaviza y utiliza a las mujeres).

    No sé si lo que falla es el final, porque ¿de qué otro modo podía terminar? (Cuidado: spoilers.) Si la protagonista no lograra escapar del infierno totalitario donde vive, sería un calco de '1984'; dejando el final más o menos abierto, Margaret Atwood deja un resquicio de esperanza u optimismo para el lector.

    O quizás falla el estilo fragmentario, poéticamente alicaído; me parece que encaja con la no-vida que lleva la narradora, pero se puede hacer un poco pesado y no tiene muchos alicientes -más que sobrio, es seco, falto de vitaminas-.

    En cualquier caso, buena reseña. Aunque quizás te lluevan críticas del feminismo ;)

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    1. spoiler:



      que la novela sean los pensamientos de una mujer pero que todo acabe siendo una historia (unas memorias) recogida en audio me cruje por todas partes.

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    2. Spoiler: quizás no sea el mejor final del mundo, pero, como decía antes, es una buena manera de no aclarar cómo acaba, oscureciéndolo en la historia, y de desmarcarse del final pesimista a lo '1984'. Además, ver cómo los historiadores hablan friamente sobre ello le da un toque interesante.

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  2. "...con la que perder el tiempo sobre todo si eres mujer y tienes que dar una charla sobre feminismo o algo así." Eres gilipollas. Menos mal que tu hija te pondrá en tu sitio, algún día.

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    1. Las permanentemente ofendidas se han ofendido de nuevo. Qué originales.

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    2. Todo mi apoyo, incluso a la hora de escoger calificativos.

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  3. O no, porque con ese padre muy lista no saldrá. Igual de machista que él.

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  4. Joder,macho... la de vueltas que le tienes que dar psra reconocer que te ha gustado ; )

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  5. "De hecho, si abro mucho la boca, pueden ver asomar la punta"

    Caray. He de reconocer que me ha sorprendido el orificio objeto de empleo. ¡Qué daño!

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    1. http://notaculturaldeldia.blogspot.com.es/2011/06/meterla-doblada-la-expresion-meterla.html

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  6. ¡Guau, Tongoy! Ayer, Olmos y hoy, tú.

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    1. No. Yo, el 9. Olmos, un pasito por detrás, el 10.

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    2. Tienes razón, disculpa. Pero entonces ¿cómo te ha sentado?

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    3. Me enteré por este comentario. Todavía no se cómo sentirme. Emocionado, tal vez. Esa simbiosis...

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    4. Creo que tendrías que escrbir algo juntos. Yo agradecería esa simbiosis rampando por ahí... Lo dido en serio.

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    5. Juntos? Se rompería la magia. Eso, y que uno de los dos tendría que morir.

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  7. Bueno, habría circunstancias atenuantes y la carcél es buena para la creación literaria... o al menos eso dicen.

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  8. El Ruido de Endora16 de mayo de 2017, 14:10

    "...con la que perder el tiempo sobre todo si eres mujer y tienes que dar una charla sobre feminismo o algo así." Eres gilipollas. Menos mal que tu hija te pondrá en tu sitio, algún día.

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    Anónimo11 de mayo de 2017, 19:37
    Las permanentemente ofendidas se han ofendido de nuevo. Qué originales.
    Tanto uno como el otro. Al rincón de pensar, por favor. Y de vuelta, argumentos trabajados, o sea, repensados fuera de vuestro machocentrismo, por favor. Otra feminista, y sí, ofendida.

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  9. Por cierto, el libro, a mi parecer, muy recomendable, y altamente necesario para colectivos y personas con necesidades de regeneración en el crecimiento como sociedad y como individuos.

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  10. Una novela un poco grotesca, de un feminismo ultra que repugna por su maniqueismo fascistoide y su falta de profundidad intelectual. Buena para extremistas que quieren cortarle las pelotas al macho, o para los machos que quieren cortarle las pelotas a los curas, sobre todo si los curas son catolicos, pero eso si, no te metas con los integristas con turbantes, porque no hay huevos. Estos si que son integristas, pero con dos collones. Quen se lo pregunten a los cristianos coptos de Egipto

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  11. Margaret Atwood no ha escrito nada que no haya pasado ya antes.Dicho por ella misma. Y que no esté pasando ahora. Eso lo digo yo. Lo decimos muchas. Basta con leer el periódico todos los días. Las mujeres que quieren abortar en Texas desde hace unos días, necesitan el permiso del hombre.

    Es decir, vamos un tiempo hacia adelante pero en cualquier momento retrocedemos bastantes pasos. Cómo en la novela de Atwood, no debemos dar por sentados los derechos de los que gozamos. Que nadie nos ha regalado sino que se consiguieron con lucha y muerte. No solo es aplicable a las mujeres. Sino a todos los colectivos que han tenido y tienen (tenemos) que pelear y salir desde abajo, obreros, negros, homosexuales, transexuales...

    No es una novela redonda.( Excepto "Wuthering Heights" no existe la novela redonda. Esta afirmación está totalmente basada en el gusto personal, por supuesto.) Pero es una buena novela, bien escrita, que engancha, con imágenes muy potentes y que muestra un mundo tan real que da miedo. Tiene sus defectos. Hay una parte bastante repetitiva, el final no es del todo satisfactorio. Pero en conjunto es una buena novela. La serie , es aún mejor. Extraño caso, pero haberlos..

    Me gustan sus críticas, de vez en cuando entro y leo varias. No lo leo con regularidad. No por nada, sino porque no soy una persona muy inconstante.

    Esta crítica no me ha ofendido, pues era lo que esperaba encontrarme. Aunque me gusta tener razón, en esta ocasión me hubiera encantado equivocarme.



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  12. Entonces que, la leemos o no porque ya jode perder el tiempo en cosas inútiles....

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  13. Yo no te quiero ningún mal, pero si tanto te ha gustado El cuento de la criada espero que te leas la obra completa de Atwood.
    En la novela, hay un exceso de pretérito imperfecto, no hay acción, es una descripción de la RDA y la infancia de la autora. Un desastre. Y si habla de feminismo, para que funciones, debería poder tener una segunda lectura respecto de lo que sucede hoy. Y para ello hay que ser muy generoso. Los grandes escritores no necesitan de la generosidad de sus lectores.

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